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IDEAVIVA

Una historia sobre Innovar

    ¿Sabías que… innovar no siempre fue bien visto?
    En los talleres de ‘Pensamiento Creativo’ que estamos implementando para acompañar el Programa de Innovación de Red Surcos, entrenamos la mente a través de diferentes técnicas de creatividad y compartimos esta increíble historia extraída de “El significado de innovar”, de E.Castro Martinez e I.Fernandez De Lucio.
    ¿Sabías que durante unos 2500 años la innovación fue un concepto con connotaciones negativas?
    Para Platón y Aristóteles, así como para pensadores romanos como Seneca, Horacio, Virgilio y Cicerón innovar significaba “introducir un cambio en el orden establecido”, por lo cual, debía estar prohibido por ser ‘maligno’.
    Durante el Renacimiento, el concepto significa ‘herejía’ en los discursos religiosos y políticos. En 1548 Eduardo VI, rey de Inglaterra, emite una declaración contra los que innovan.
    En los siglos XVII y XVIII todos los que eran acusados de innovadores lo negaban. Cuando el término se utilizaba en una conversación, era para apoyar un argumento en contra del cambio, recordando el carácter maligno del mismo. Tildar a alguien de innovador era, pues, no sólo un insulto sino más bien una grave acusación.
    Con las revoluciones inglesa y francesa el término adquiere otra pesada carga: toda innovación es necesariamente repentina y violenta.
    Es recién a finales del Siglo 19 y principios del 20 que los científicos se animan a decir que lo que está sucediendo en ese ámbito es absolutamente nuevo, único, que no se había hecho antes, y por lo tanto podía considerarse revolucionario.
    El término aparece por primera vez con un sentido positivo acuñado por el economista austríaco Joseph Schumpeter, quien argumentaba que “la economía capitalista no es ni puede ser estacionaria. Está incesantemente revolucionada desde dentro por el nuevo espíritu de empresa, es decir, por la introducción de nuevas mercancías, métodos de producción o posibilidades comerciales en la estructura industrial.”
    “Los nuevos productos y métodos compiten con los antiguos, no en términos de igualdad, sino con una ventaja decisiva que puede significar la muerte de estos últimos. Así es cómo funciona el progreso en la sociedad capitalista”.
    En base a esta visión es que Schumpeter acuña el término destrucción creativa que, dice, constituye la esencia del capitalismo.
    La palabra comienza a incorporarse al leguaje formal, oficial y cultural. Hoy, en Google aparecen unas 50.000.000 de entradas con el término ‘innovación’.
    No sólo se revierte el significado histórico, sino que pasa a ser una especie de mandato contemporáneo: las empresas de todos los sectores deben ser innovadoras, pero también los estados, la educación, los servicios, las leyes, una ciudad debe ser innovadora y así sucesivamente.
    ¿Lo sabías?